Por Eduardo Nabal
El último filme de Bruce LaBruce confirma que su estilo se ha refinado y sus dotes como narrador, demostradas en Gerontophilia (su mejor filme hasta la fecha), se han vuelto más sólidas y envolventes. No obstante, el filme en cuestión, The misandrists, lleno de imágenes bellas, provocativas, erotismo lésbico y humor negro y corrosivo, se ve algo estropeado por un discurso o superposición de discursos algo caótica, en la que el director lanza elementos discursivos del feminismo radical con más cinismo que convicción, llegando a parodiar a su congregación de jóvenes feministas-terroristas, que ven su particular existencia turbada por la intrusión de un joven delincuente e izquierdista en su particular “convento”, regido por normas delirantes.
En el filme hay demasiada retórica, y vale más por el poderío visual de su imaginería erótica y sensual que por sus parrafadas de un feminismo extremo que, en cierto sentido, no deja de ser caricaturizado con una mezcla de cariño e irreverencia. Los ecos de Entre tinieblas, de Almodóvar, y de algunos filmes de John Waters, echan a perder el ritmo conseguido, así como la literatura y el exceso de diálogos resultan algo cansinos, a pesar de ir acompañados de imágenes cuidadas y de gran vigor y sensualidad. De esta manera, sin dejar de ser un canto a la pasión entre mujeres de diferente raza y condición, todas marcadas por un pasado de abusos o soledad, no asimila bien los discursos del feminismo radical sino que cae en la exageración y la auto-parodia.
LaBruce no sabe ajustar en este caso el argumento y la forma, y al contrario que en Gerontophilia y, a pesar de su canto poético al amor y el erotismo entre mujeres, sus ribetes de cine negro y sátira social no casan bien, llegando a producir un cierto distanciamiento final del espectador abrumado por lagunas y contradicciones, además de una cierta tendencia al exceso que parece querer poner un final explosivo pero solo pone un final confuso y algo apañado.
The misandrists describe con humor, tensión y desparpajo la vida de estas chicas y mujeres de origen bien distinto que se apartan ferozmente de los hombres pero, a pesar de algunos puyazos inteligentes y anti-sistema característicos del realizador, su historia finalmente está demasiado poblada, demasiados personajes, demasiados giros resueltos a medias, demasiada retórica algo ridiculizada. Con todo no podemos negar su reivindicación del ‘porno lésbico’ y la inteligente ambigüedad de algunos meandros de un filme visualmente arrebatador, pero poco consistente en la aparatosa historia a la que nos acerca.
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