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A los 76 años, de cáncer de páncreas, muere una leyenda viva que puso voz al soul durante décadas. Nacida en una familia humilde y exremadamente religiosa, Aretha Franklin se abrió paso en el mundo de la música, y también en un entorno racista, como cantante, manteniendo sus simpatías hacia el movimiento pro-derechos civiles de las minorías, superando los prejuicios heredados y acercándose a figuras como Martin Luther King.
Algunas de sus canciones, entonadas por su potente y honda voz, son míticas en su mezcla de dulzura y arrojo, pasión y lirismo, mezclando lo romántico con la furia, lo poético con lo estilizado. Aretha tuvo dos fracasos matrimoniales, pero nunca se bajó del escenario, llegando a cantar con los grandes de su época, como Paul McCartney o George Michael, con el que grabó un temazo.
Convertida en ‘icono gay’ durante muchos años, sus canciones llegaron a desafiar algunas pautas del género. Ello sin mencionar su permanente compromiso con la negritud y sus compañeros de batalla. Convertida en estrella tras largos años, Aretha era ya un nombre y una voz míticas en el soul estadounidense y mundial, voz desgarrada de una generación que se convirtió en un paisaje de amor y estrellas. Canciones como Respect o You made me feel like a natural woman han pasado por derecho propio a la historia de la música popular y de la música en general.
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