Tomás Aceituno presenta su película sobre la infancia y la adolescencia trans en el Orgullo de Cádiz

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Por José García

La presentación en la ciudad del último largometraje de Tomás Aceituno sobre la infancia y la adolescencia trans es una de las principales propuestas de la Cadiz Queer Pride Commission para la Semana del Orgullo en la capital, que comenzará pasado mañana lunes con la izada de la bandera arcoiris en uno de sus principales centros neurálgicos. Aceituno viene recorriendo con su tercer largometraje, Tal como soy, los orgullos de Torremolinos, Jerez, Jaén, Ciudad Lineal y aún tiene pendientes Puebla de Cazalla, Málaga, Algeciras, Cartagena, Zaragoza, Las Cabezas de San Juan y Mérida, en México. Y, desde luego, Cádiz. Aquí estará el próximo viernes 14 de junio, en el salón de actos del Centro Cultural ‘El Palillero, a las 18.30 h., con parte de su equipo, para la presentación del filme y posterior debate.

 

JOSÉ GARCÍA.- Si hay un rasgo que define a tu última película es su carácter claramente pedagógico? ¿Debe hacer el arte todavía pedagogía con ciertos temas? ¿No avanzamos hacia una cultura esclava de lo ‘políticamente correcto’?

TOMÁS ACEITUNO.- Mi intención, cuando empecé a hablar con personas trans, colectivos, familias, era paliar ese desconocimiento tan grande que existía sobre lo que son las vidas trans. Dentro del colectivo Lgtbiq, las personas más discriminadas, ocultas y víctimas de falsas concepciones son las trans. Por eso desde el principio me plantee que la película tenía que ser lo más sencilla posible, con mensajes muy claros, que sirviera sobre todo para que la gente que no conoce a las personas trans pudieran extraer ideas claras sobre el tema, además de lanzarles un mensaje que les llegara fácilmente al corazón. Por eso hice una película que tiene, efectivamente, una visión muy didáctica, muy pedagógica, porque va mostrando una serie de ideas que al final se muestran equivocadas. Por eso opté por esta fórmula, para que también pudiera llegar a la gente joven, a los estudiantes. Era una manera de hacer comprender al público lo que es la transexualidad de manera cómoda.

J.G.- Siempre tratas temas sociales en tus películas ¿Por qué te decantaste por narrar la infancia y la adolescencia de una chica trans?

T.A.- Cuando te dedicas al cine tienes un periodo en que tienes que decidir cuál va a ser tu camino dentro de él. Entonces me di cuenta que me atraían los temas sociales. Siempre he estado participando en colectivos de todo tipo y ayudando a las personas que todavía son discriminadas en la sociedad y carecen de los mismos derechos que los demás. Entonces me dije, si quieres ser cineasta tendrás que hacer películas de contenido social. No son aspectos que interesen mucho a la industria del cine comercial, que busca principalmente ganar dinero. Yo quise hacer un cine que permitiera a la sociedad conocer en qué lugares de su estructura estamos fallando.

J.G.- ¿Crees que este tipo de tratamiento de la transexualidad solo puede hacer hoy desde el cine independiente de bajo presupuesto?

T.A.- Desde 2018 hasta ahora, en Europa solo se han hecho dos películas que traten el tema de la transexualidad, la belga Girls y la mía. En cambio sí se han hecho, por ejemplo, en España, películas como Carmen y Lola, sobre dos chicas lesbianas, y sobre gays se han hecho numerosas películas, algunas muy comerciales. En cambio, la cuestión de la transexualidad está muy olvidada. Las productoras no ven que películas de este tipo vayan a tener un rendimiento económico. Entonces no les interesa. De hecho, yo intenté hacer Tal como soy con algunas productoras y todas se negaron. Así, que tanto Girl como mi película se produjeron de manera independiente, aunque la belga consiguió mayor respaldo de una productora y pudieron moverse por festivales más grandes.

J.G.- Háblanos de la protagonista. Para retratar su infancia elegiste al actor Javier Cidoncha, y para a la adolescencia, a la actriz Amanda Ferrer. Muchas personas trans te agradecerán que no hayas recurrido al actor masculino que va disfrazándose progresivamente hasta parecer una mujer, como ocurrió en filmes de gran producción como La chica danesa.

T.A.- Cuando ya me plantee el objetivo de hacer esta película, mi primera intención era que en ella trabajaran todas las personas trans que pudieran. De hecho, en ella participa un niño trans de nueve años, otro adolescente trans y mujeres trans de distintas edades. Es un equipo diverso donde también han participado gays, lesbianas… Para el papel que representa Amanda Ferrer intenté primero buscar a una chica trans adolescente, pero la candidata se echó atrás. Entonces opté por Amanda, que ya la conocía de otras películas. Le plantee la historia y se sentía muy concienciada por la cuestión porque tenía muchas personas lgtbiq en su círculo de amistades. Por eso cuando le enseñé le guion le encantó. Después muchas chicas trans la han felicitado por su interpretación.

J.G.- Para concluir, el filme, a pesar de su factura de drama social, evita recrearse en la violencia transbófica, tal y como ocurre con cintas emblemáticas del género, caso de Boys don´t cry. Muy al contrario, y de manera sorprendente, acaba con tintes de comedia romántica. ¿Es preciso utilizar estos recursos para transmitir al gran público que las vidas trans son vidas perfectamente vivibles?

T.A.- En España y muchos otros países occidentales ya existen personas trans que pueden servir de referencia para la gente joven. Personas trans que desempeñan cualquier cargo de responsabilidad: cirujanas, arquitectas… Para mí era muy importante que la película mandara un mensaje positivo a pesar de que todavía hay muchas barreras que remover. Era muy importante hacer esta película porque los menores trans están empezando a conseguir derechos desde edades muy tempranas, a diferencia de otras generaciones que han tenido que pasar verdaderas calamidades. Esa parte de la historia he preferido no contarla, porque como bien dices, ya se ha contado en otras películas. Es algo que se me comenta en países como Argentina y Chile, donde por desgracia el índice de asesinatos de chicas trans menores de 32 años es alarmante. Ah,y aprovecho mi despedida para mandar un abrazo y mostrar todo mi apoyo a la Fundación Daniel Zamudio, de Chile.

 

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