Por Eduardo Nabal
A esa secta que ha encumbrado al PP madrileño con ayuda de Ciudadanos no le gusta la memoria histórica. Pero no hace falta remontarse a los tiempos de la masacre franquista, de la memoria del dictador nunca reparada. Tampoco le gustan algunos logros más o menos recientes que ponen en solfa sus raíces fascistas, homófobas y fundamentalistas.
El porqué de cómo no se le cae la cara de vergüenza al resto de sus compañeros de cama por tener un socio así no quedará despejado en el baile de gestos y gritos de la impresentable Díaz Ayuso, cercana ya a la corrupción que ha heredado. Ahora Vox vuelve a darnos otros de sus sustos pidiendo que se retire el nombre de la calle dedicada a Pedro Zerolo, en homenaje a su memoria.
Siempre tuve mis diferencias con la línea sociopolítica y LGTBI que representaba Zerolo, pero eso no impide mi alegría de que haya logrado un lugar en la capital donde representó además de honestidad y coherencia su compromiso en la lucha contra la LGTBIfobia, que esa secta que quiere hacerse llamar partido busca realzar y poner de moda.
Vox nos va a dar muchos sustos más y tendremos que estar pendientes de si las “otras derechas”, que son sus compañeros de viaje y votos en el gobierno de la Comunidad de Madrid, lo desoyen o lo siguen de forma más o menos evidente. Vigilancia en las aulas, policía política en los institutos, exaltaciones franquistas, declaraciones machistas, todo ello va de continuo y ya, en Andalucía, como adelanto: Vox consiguió con ayuda de sus vecinos que se echará para atrás una trabajada ley contra la LGTBIQfobia en el deporte. Inquietante, alarmante, siniestro. Y quizás haya quién todavía se pregunte por qué en la pasada manifestación del 28 de Junio el colectivo afectado quiso que Ciudadanos, hipócritas y oportunistas a cada ocasión, marcharan por allí. Lamentable.
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