Por Eduardo Nabal
-¿Y si quién hubiera hecho esto fuera precisamente como yo?
-¿Y si quién hubiera hecho esto hubiera pensado en mí?
-¿Y si yo fuera el público mas adecuado para ese objeto o texto artístico?
-¿Y si la parodia de los códigos de género fuera todo menos involuntaria?
-¿Y si su atención al estilo fuera intencionada para que yo me fijara en otra cosa que el aspecto central de la trama?
Lo camp nos dice que no hay una relación unidireccional entre el espectador y aquello que contempla. Uno siempre pone algo más y el otro lo complementa como sujeto elegido para la ocasión. Se crea y se re-crea.
El kitch plantea un punto de inflexión en la exageración, la provocación y el mal gusto reivindicado aunque comparten muchas cosas entre ambos términos en cuanto a parodia de género y parodia de la “Normalidad social”. El camp es menos provocador pero puede ser mas manipulador y obtener la fuerza de otro modo, la interpelación sutil.
Lo camp (también una forma de queernes o torcimiento) no ha de ser necesariamente LGTBIQ pero este es un tipo de público que ha buscado elementos de identificación en textos «perversos», lo que lo convierte en un ejemplo privilegiado. Camp es por lo tanto un acto de apropiación ‘”queer” de textos heterocentrados, allí donde hacen aguas en su encorsetada “normalidad”.
Con estos elementos se fragmenta la historia cronológica del cine y también el buen o mal cine. Convirtiendo a las “charlas sobre cine” en orden cronológico en algo anquilosado Sus elementos son compartidos con el teatro, el recital, la intervención y la performance.
Aunque hay definiciones mas complicadas en las que nos hablan del humor y el grotesque en lo camp, yo creo que situarlo en un campo de acción y recepción ya es un paso adelante sobre las definiciones meramente cultura-listas.
En su libro Mother camp, Esther Newton nos habla del transformismo en el corazón o los márgenes (o en ambos lados simultáneamente) de la gran urbe cosmopolita o degradada como espacios donde nació el camp como espectáculo, a través de cosas como el travestismo, la parodia y la imitación en el espacio del “cabaret” . Por esta y otras razones se ha considerado urbanista y cargado de simbolismo, aunque está lejos de ser exclusivo de nadie. Parece que el concepto se perfila de otra forma, pero el concepto de imitación y glamour van unidos a nuestras premisas sobre el camp como mirada “no inocente” sobre textos o situaciones “tampoco tan inocentes”.
Las navidades con su sentimentalismo, sonrisas forzadas y exageración pueden tener algo camp, pero su orgía de luces de colores y culto al consumo como icono las acerca más al fantasma de lo kitch.
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