Annie Proulx: de ‘Brokeback Mountain’ a ‘El bosque infinito’

Annie Proulx.

Los nortemaericanos no tienen sentido del paso del tiempo, para ellos sol existen tres años: el año pasado, este año y el año que viene. Supongo que yo me atengo a mis tradiciones. Me gustaría saber que sigue habiendo bosque cuando yo no esté.

Aunque tuviésemos una canoa llena de dinero, no nos permitirán ser dueños de nuestras propias tierras. Por eso creo que existe la reserva.

El bosque infinito, 2016

Por Eduardo Nabal

Hoy día hay una imagen algo distorsionada de la obra de una de las mejores escritoras estadounidenses de la segunda mitad del siglo XX. Nacida en Connecticut en 1935, Annie Proulx es hoy, sobre todo, conocida como autora del bello y melancólico cuento que dio origen a Brokeback Mountain,  una de las películas mas valientes de Ang Lee, sobre la homofobia rural y el amor imposible entre dos pastores en lo más profundo de Wyoming. También su excelente novela Atando cabos tuvo una simplemente correcta y aplicada adaptación de Lasse Hälstrom con un excepcional reparto compuesto por nombres como Kevin Spacey, Julianne Moore, Cate Blanchett y Judi Dench entre otros. Aunque su nombre suena por uno de sus muchos relatos breves que ha llegado a convertirse hasta en una ópera por la importancia social, la repercusión mediática y el calado humano de su propuesta y por su reacción airada ante la Academia de los Oscars.

Pero si queremos conocer la obra de esta veterana ganadora del Premio Pulitzer debemos acercarnos a la prosa de sus grandes novelas, entre las que se encuentra sin duda, la a la vez hermosa, cruda, poética y desazonadora El bosque infinito. Es difícil no perderse en la marea de personajes, localizaciones, generaciones, árboles, razas y episodios que cuenta una novela tan ingente, pero la prosa a la vez exquisita, cruda, lírica y valiente de Proulx impide que nos despeguemos de sus inteligentes caracterizaciones de personajes, lugares y momentos históricos, que van desde finales del siglo XVII cuando dos esclavos son trasladados a la entonces conocida como Nueva Francia, hasta el momento en el que surgen los primeros grupos ecologistas para salvar los desmanes que la codicia, las guerras, los incendios y las rivalidades han causado en un bosque que aunque, al principio, va, sobre todo de Canadá a EEUU enseguida abarca lugares como Nueva Zelanda y finalmente las zonas tropicales de América Latina.

Con sutileza, pero sin temor, la autora denuncia el genocidio de las tribus indias, el enfrentamiento entre estas y las heridas causadas por la avaricia del explotador sobre aquellos hombres que se salvaron o perecieron talando árboles de gran altura. Episodios como la invasión inglesa, el incendio de Chicago, la hibridación entre blancos y aborígenes y la desforestación de los árboles milenarios de Nueva Zelanda atraviesan una novela río, que se ve surcada por varias generaciones de personajes que cobran relevancia hasta que son sustituidos por sus rivales o descendientes como consecuencia de la enfermedad, la huida o el paso del tiempo.

La prosa tersa, a ratos febril, pero siempre detallista y a la vez marcada por un ritmo imparable de Proulx hacen de El bosque infinito no solo un alegato en favor de la naturaleza, sino también un complejo fresco histórico en el que se mezclan cuestiones como el racismo, el machismo, la murmuración, la deshumanización y los intereses empresariales. Mezclando la acción y la belleza que desprende el propio paisaje, la dureza y una inesperada humanidad El bosque infinito es una muestra, valiente y de gran calidad, de la prosa de una autora todavía mal conocida en el mundo entero.

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