
¿Cómo montar el legado de toda una vida en el carro de un proyector de diapositivas? Con esta escena empieza la película documental de la cineasta chilena Joanna Reposi sobre la vida, obra y herencia política del escritor y performer de la misma nacionalidad, Pedro Lemebel, una de esas referencias imprescindibles para entender el activismo queer en Latinoamérica.
Reposi acompañó en sus últimos días de vida a Lemebel, muerto de cáncer de laringe en 2015, y a partir de ahí nos ofrece un retrato en flash-back sobre su trayectoria personal y política (aspectos que en un autor como él se confunden inevitablemente), en un relato cinematográfico de tiempo circular, que acaba en el mismo punto donde empieza. Así, a la filmación de sus últimos días, se aporta una abundante labor de archivo fílmico, que combina momentos intimistas del polifacético artista con recuerdos del golpe de Estado y la dictadura de Pinochet, a la que se opuso rotundamente: «¿Qué fue de ese yo repetido en las imágenes?», se pregunta en su reflexión de fin de vida. Aunque el protagonismo de la cinta lo tienen, sin duda, las numerosas performances que llevó a cabo con el colectivo artíistico-político Las Yeguas del Apocalipsis, en plena crisis del sida, metáfora de la pandemia y del pasaje bíblico en versión queer.
Como dice el propio Lemebel durante la película, una performance para ellos era una «acción donde se utiliza el cuerpo como forma de expresión» y ese cuerpo es un cuerpo «herido, golpeado, agredido, transgredido, un cuerpo político». Para mostrar todo ello, la película se nutre de un collage de imágenes de archivo en el que la combinación de fotogramas en señal analógica y digital y los cambios de formato (producto del desarrollo de las técnicas fílmicas) contribuyen a acentuar la circularidad del tiempo narrativo, en un montaje donde predominan los planos de detalle con una fuerte carga simbólica, todo ello perfectamente tamizado por al fotografía de Pedro Marinelo.
Lemebel, que siempre se definió comunista, tampoco olvida sus ajustes de cuenta con la izquierda que siempre lo rechazó, tal como le ocurriera a la protagonista de su gran obra narrativa, Tengo miedo torero. De hecho, en la película de Reposi se incluyen escenas como la lectura de su manifiesto Hablo por mi diferencia, en 1986, en una reunión política en la Estación de Mapocho, frente a una comitiva de representes de la izquierda chilena absolutamente perpleja.
De esta manera, la coproducción chileno-colombiana de Reposi (que ya está disponible en plataformas digitales) es un merecido homenaje a un artista y un activista político sin parangón, además de un documento ineludible para entender la lucha contra la lgtbiq+fobia en América Latina.
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