
Escribo estas palabras de madrugada, en un aeropuerto de vuelta a la tierra donde mi familia materna me ha visto crecer, donde mi abuela me intentaba poner de pequeño, sin mucho éxito, unas bragas tejidas con todo su cariño.
Isa me llamaban porque nací con vagina y de paso con los órganos internos cambiados. A ése ultimo fenómeno los médicos lo llaman Situs inversus totalis.
Hace unos años, por fin salí del armario, por fin comencé a sacar a Leo, ese niño que había nacido a la vez que Isa. De hecho, ella solo fue la faceta que los demás crearon para mí, como cuando preferimos ver a los demás detrás de una máscara porque no entendemos su verdad, porque es más sencillo crearnos una imagen mental preconcebida, un fenómeno que he bautizado como la presunción holgazana.
Pero después de ese viaje a través de los años, después de explorar mi mente, mi corazón y mi cuerpo y averiguar mi identidad, ahora es cuando llega la bofetada de la sociedad.
Porque para la sociedad no solo has de saber quién eres, sino también demostrarlo.
Demostrarlo con un aspecto físico acorde a tu género sentido, demostrar cuán hombre o mujer eres a través de tus expresiones, gestos e indumentaria.
Adaptarte a esa caja del género binarista y limitado que la sociedad ha creado, para los dos conceptos que venera como universales y únicos: «Hombre» y «Mujer».
Esas cajas conceptuales que ahogan tanto a personas trans como a personas cis, porque imponen limitaciones a la expresión única de cada ser humano.
Que en tu DNI, carnet de conducir, tarjetas bancarias y hasta en tu compañía telefónica ponga que eres un macho, con nombre de macho, expresiones varoniles y barba tupida, porque así no eres lo suficientemente hombre para ser respetado en la sociedad y a pesar de ello mi realidad es aún más amable que las de mis compañeras trans.
Hoy, a pesar de sentirme asfixiado en el concepto de masculinidad tóxica, a pesar de que la mayoría de la sociedad sigue pensando que me mudé de la caja «mujer» a la de «hombre», cuando siempre estuve en la de hombre, pero sin comprar el machismo que decora sus paredes de gotelé rancio; hoy, tengo esperanza.
Hoy 22 de Diciembre es cuando escribo estas líneas, porque hoy se ha filtrado por esas cajas conceptuales herméticas un rayo de luz, hoy se ha aprobado en el Congreso de los Diputados, por 188 votos a favor, la Ley Trans en España.
Hoy siento que mi camino es más llano, que no he de recorrer una carrera de 24 meses para poder ver reflejado mi género en el DNI.
Hoy, consigo ver que ambas cajas se han vuelto transparentes y con ventanas para que les entre el aire fresco, un aire que renueve estos conceptos y nos haga más libres a todos, sin importar lo que tengas entre las piernas y con que género te identifiques.
Para celebrar este día seguiré dando besos y abrazos a mis compañeros masculinos porque eso no me hace menos hombre sino uno más humano.
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