Cuerpos Periféricos en Red

Teclear a la velocidad de la luz y no dejar huella. Ser productorx de una versación nómada, inaprensible al pensamiento binario. Como Pasolini, Mario Torti se emplea en su última entrega poética al hábil empeño de 'transhumanar y organizar' desde una perspectiva que seguramente ni siquiera soñó el genio italiano.

Mis huellas

Mientras vuelo el viento me absorbe,
mis máscaras se desvanecen, ya no tienen lugar.
Siempre más rápido, siempre retorciendo un poco más,
deambulando por mis incoherencias
consciente de todo lo que significa ser yo.
Eso lo hace más dulce aún,
más adrenalina para mis pulmones,
más énfasis para mis perversiones.
Rozo el agua con mis manos,
penetro en ella a una velocidad abismal.
Rompo todos los sonidos existentes al unísono,
desdoblo cualquier pensamiento a mi antojo,
lo amparo para después repudiarlo sin piedad.
Todo mi poder se despliega a través de mis huellas,
ellas son impulsadas por todo ese dolor
transformado en palabras insolentes.
Soy libre mientras vuelo,
todo está permitido cuando escribo.

Sentimientos pasajeros

Cuando te escucho mi cuerpo no me pertenece
solo se estremece cuando tú quieres.
Tú eres quien da el tono a mis estaciones emocionales
– mal asunto para un ser solitario como yo -.
Eres dueña de aquello que nunca quise mostrar,
de lo que ni siquiera sabía que era.
Por eso mi cerebro no sabe hablar cuando te ve,
el pobre no piensa con claridad.
Solo sabe estacionarse sin necesidad,
la falta de oxígeno no le da para más. 

Tampoco me preocupa cuanto contarte,
en el fondo sé que algunos sentimientos son pasajeros.

Descansar

Solo quiero descansar,
dormir a pierna suelta.
Sin pensar,
alejarme de todo problema.

Empezar de nuevo,
sin tener que enfrentar obstáculos.
Savia limpia entrando por mis venas,
arrojar toda mi ropa al barranco.

Que todo se pierda, quemar mi DNI.
Vivir sin móvil, nadie sabrá mi ubicación.
Desaparecer tras un telón inexistente,
el cual solo descorro yo.

Dejarlo, empezar de cero,
alejarme de algo que yo mismx creé.
Soy consciente,
mis plegarias a la nada se perderán.

Correr sin género,
sin identidad sexual.
Enterrar tanta insatisfacción,
escupir sobre su tumba.

Pelo en pecho

Si fuera…
Últimamente esas palabras
siempre rondan en mi cabeza.
Si fuera una persona de pelo en pecho,
tal vez estaría más segurx,
seguramente encajaría mejor.

Recuerdo ese juego,
deseaba meter la estrella en el cuadrado,
no entendía porque no podía. 

Mi madre me decía:
“cariño relájate,
simplemente no es su lugar”.
Y me daba tanta rabia que no lo fuera,
apretaba los dientes, los puños
hasta hacerme daño.
Solo quería que mis aristas
conectaran con los vértices
de los demás. 

Conectar.
A lo mejor si fuera
una persona de pelo en pecho
ella me desearía.
Esa frase destroza mis pensamientos,
recurre ante mí en el espejo.
Y cuando eso pasa, siempre escucho
la voz serena de mi madre:
“Cariño tranquilx, respira,  
el deseo es un  sentimiento efímero
igual que la vida”.
Solo entonces lo vuelvo a saber,
no necesito pelos en mi pecho,
si los tuviera no sería yo.