cuerposperifericosenred
Con una trayectoria vital marcada por el inconformismo y la tentación, desde muy joven, por el travestismo, Lindsay Kemp fue pareja y colaborador de David Bowie en varias ocasiones. Pero mucho antes formó su propia compañía de ‘teatro total’ con saltimbanquis, mimos y hasta magos con sus trucos, que siempre salpicaron sus seductores montajes, de gran poder de atracción a través de lo imaginativo.
El artista que ahora nos ha dejado puso en escena una peculiar adaptación de Santa María de las Flores, de Genet, y llevó a los escenarios su pasión por la transgresión de género, el barroquismo en la puesta en escena y las vestimentas transgénero.
Llegó a encarnar a muchos personajes, masculinos y femeninos, incluyendo en su teatro elementos de homenaje al cine silente, a Nosferatu y lo inquietante y al travestismo en la escena oriental. Colaboró en Sebastian, la ópera prima de Derek Jarman, y recorrió distintos países con sus elaborados y suntuosos espectáculos, todos ellos protagonizados por él mismo y una vistosa puesta en imágenes y sonidos, haciendo de su cuerpo una plataforma de emisión de signos, resonancias mitológicas, danza y corporalidad poco convencional y con tintes de modernidad punk y toques retro.
Amante de la transgresión, hijo de un militar británico, niño díscolo y de formación autodidacta, camaleónico, le gustaron desde siempre el ‘cross-dressing’, pero también espectáculos de factura visual impresionante, con tendencias operísticas, navegando entre las esencias del teatro y la modernidad de su significado sociopolítico, cercano al movimiento gay y trans británico de varias décadas.
Deja una respuesta