Paul B. Preciado, ‘el monstruo que os habla’

Por Eduardo Nabal

Paul B. Preciado, en un libro breve que es una suerte de diatriba y a la vez amena y documentada reflexión sobre el origen y el destino de los binarismos, se dirige, sin ira pero sin contemplaciones, a las máximas del psicoanálisis clásico, que invita a repensar. Al mismo tiempo narra, mezclando la ironía y la lucidez, el proceso de su propia transición de lo tradicionalmente considerado ‘mujer’ a lo tradicionalmente considerado ‘hombre’. 

Preciado denuncia que los doctores al uso, con su discurso sobre la diferencia sexual y la heterosexualidad como ideal normativo, están contribuyendo todavía en muchos países a la violencia, real y simbólica, contra aquellas personas que fluyen entre las categorías preestablecidas entre los sexos y los géneros, sin ser capaces de revisar el, por otro lado, significativo e importante legado de nombres como Freud o Lacan, y alejándose de todo un movimiento  que lleva mucho tiempo reclamando una revisión hacia la diversidad, una lucha por la subjetividad y la libertad corporal. Preciado cuestiona el concepto mismo de ‘libertad’ pero anima a sus hipotéticos oyentes a deshacerse de sus pensamientos todavía centrados en la genitalidad y la patologización, en el eurocentrismo y el heteropatriarcado.  

Su encuentro con El cuerpo lesbiano de Monique Wittig, en una edición de “librería de viejo” madrileña, le abrió una puerta para repensar nuestros fluidos, nuestros órganos, nuestros deseos como potencias domesticadas por el saber académico, más allá de la poesía, la performance o la creatividad. 

El autor cuestiona la validez del auge del feminismo reformista que, en estos momentos, contribuye a apuntalar, queriéndolo o no, aquello considerado ‘masculino’ y aquello considerado ‘femenino’. Con un lenguaje fluido, un gran bagaje cultural y no exento de ráfagas de humor y recuerdos (“la ciudad católica en la que nací”, “esos urinarios donde los hombres han construido un espacio homosocial y de desahogo homoerótico”) Preciado invita a repensar los saberes del psicoanálisis anquilosado, instándolo a ponerse del lado de los monstruos y ‘les otres’, de la ya legendaria violencia del   desgastado lenguaje que lo estructura. 

Trayectoria de una voz disidente

Quienes conocimos a Beatriz como una de las voces más rompedoras de la ‘teoría queer’ de finales de los años noventa del siglo pasado, con su Manifiesto contrasexual, convertido ya en un clásico dentro de la cultura posfeminista y lesbiana, vimos su interés por la construcción histórica y médica de los cuerpos y su lugar en el espacio, por la disposición de los elementos que, a través del tiempo, se han ido asignando a cada género. Lectora de Butler, Haraway, Foucault, Deleuze…, discípula de Derrida y Hélène Cixous, Preciado se sumergió en su libro Manifiesto yonki en el mundo de las hormonas- que ya había empezado a inyectarse de forma experimental- y su significación sexo-política, en su dimensión de dispositivos de poder-saber, rompiendo tabúes e indagando sin pudor en los entresijos de muchas verdades aceptadas. 

Con Pornotopía, finalista del premio Anagrama de ensayo, nos acercó a la construcción de las masculinidades hegemónicas en la Norteamérica de los años 50, al nacimiento de la revista Playboy y a cómo la arquitectura de los lugares y los espacios urbanos contribuyen a definir la posición del sujeto en un espacio erótico, corporal  o socio-económico marcado por la historia, en este caso el auge de la Guerra Fría. 

Su discurso a los psicoanalistas franceses no es más que un complemento, en forma de inteligente grito de protesta, al conjunto de su extensa obra como cronista de los desmanes de la medicina y la psiquiatría sobre los cuerpos que reclaman un espacio propio, subjetivo y lúdico (“¿Quién defiende al niño “queer”?). Paul B. Preciado,  ha impresionado a intelectuales de todo el mundo, con su recopilación de ensayos Un apartamento en Urano, donde confiesa su condición de migrante y nómada, su bagaje como  transeúnte de las fronteras geográficas (de Burgos a París, por ejemplo) y de las fronteras del sexo tal y como ha sido entendido de forma canónica y mayoritaria. 

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